A raíz de la crisis económica se han multiplicado los casos de trabajadores que prestan sus servicios a empresas de manera autónoma. Son los llamados freelance.

El trabajo mensual de un freelance no es estable: unos meses ganará más, otros menos y otros tendrá problemas para “llegar a fin de mes”. Todo ello dependerá de los clientes que consiga y del nivel de trabajo que tenga.

En los meses “malos”, abonar la cuota correspondiente al régimen de autónomos se convierte en algo utópico. Sin embargo, existe la posibilidad de facturar los trabajos realizados sin necesidad de darse de alta como autónomo. Tal es el caso de las cooperativas de trabajo asociado, una opción poco conocida dentro del mundo de los freelance.

En España es amplia la oferta de cooperativas que coexisten, basta con poner “cooperativas de trabajo” en el buscador de Google para ver cuál es la que más te interesa y hacerte socio de ella. Un paso que, de media, suele costar unos 90 euros. A partir de entonces, cada trabajo se facturará a nombre de la cooperativa y no al nombre del freelance. Así, se ocupará de cobrar la factura y descontará impuestos y costes, el resto será cobrado por el trabajador en forma de nómina.

Facturar a través de una cooperativa tiene una ventaja y es que durante los días de trabajo, el socio cooperativista o trabajador permanecerá de alta en el Régimen General de la Seguridad Social con derecho a paro, baja de enfermedad y pensión de jubilación. Y todo ello, sin preocuparse de papeleos y trámites burocráticos. Asimismo, existen cooperativas que te ofrecen asesoría legal y laboral.

En cualquier caso, esta vía es una opción a tener en cuenta en los inicios de la actividad, en donde no se facturan grandes cantidades. Por ejemplo, un fotógrafo al que llaman para una sesión de fotos y necesita emitir una factura, podrá darse de alta en una cooperativa de trabajo asociado y de esta forma cobrar por el trabajo realizado.

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