Las empresas tienen fuentes de financiación tanto propias como externas y, en este último caso, aquellas cuyo vencimiento sea superior a un ejercicio económico, a largo plazo. Existen cuatro posibles grupos de financiación: las reservas y otros instrumentos de patrimonio, las subvenciones, donaciones y ajustes por cambios de valor, las deudas a largo plazo con las partes vinculadas, y pasivos por fianzas o garantías.

Existen varios tipos de reservas que entran en juego en la financiación de una entidad. Reservas legales, reservas de capitalización y nivelación y reservas estatuarias. A grandes rasgos, cuando hablamos de reservas, nos referimos a parte de los fondos propios de una empresa cuya finalidad es poder hacer frente a las obligaciones con terceros. Son beneficios que una compañía no ha repartido por la incertidumbre del futuro, aunque como ya hemos comentado, existen diferentes tipos que explicaremos más concretamente en el post de la próxima semana.

Las subvenciones, por su parte, son aquellas que, tal y como define el PGC, son “concedidas por las Administraciones Públicas, tanto nacionales como internacionales, para el establecimiento o estructura fija de la empresa cuando sean reintegrables, de acuerdo con los criterios establecidos en las normas de registro y valoración”. Son, entonces, un tipo de ayudas públicas que se traducen en préstamos con intereses.

En cuanto a las deudas, es importante prestar atención en que, dentro de la contabilidad, podría ser una prueba contraria al empresario si no se reclasifica la parte de las deudas que vencen a corto plazo, sobre todo, en procesos concursales.

Y, por último, los pasivos son vitales para ofrecer a terceros la situación verdadera sobre la financiación de la empresa a través de sus cuentas anuales.

Más adelante, especificaremos y nos centraremos más en cada una de estas fuentes de financiación. Como asesoría especializada en Madrid y consultoría laboral, podrás preguntarnos tus dudas poniéndote en contacto con nosotros.

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